El verdadero «ferrocarril subterráneo» y por qué Barry Jenkins lo convirtió en una metáfora

El director de la miniserie explica la razón que le llevó a convertir la ruta que seguían los esclavos en un elemento real

(Fuente: Amazon Prime Video)

El ferrocarril subterráneo, recientemente estrenada en Amazon Prime Video, narra el viaje épico de Cora, una esclava de una plantación de algodón de Georgia que se fuga y emprende una huida hacia la libertad. La joven no está sola en su viaje y para hacer posible su sueño cuenta con la ayuda de diversas personas a lo largo del trayecto. Y aunque el personaje es ficticio, la serie de Barry Jenkins que adapta el libro de Colson Withehead se basa en las vivencias de los cien mil esclavos que se estima que en la primera mitad del siglo XIX huyeron hacia el norte de Estados Unidos en busca de la frontera con Canadá. La ruta era conocida con el nombre de «ferrocarril subterráneo».

Por aquel entonces faltaba más de una década para que este sistema de transporte de pasajeros se inventase en Londres. Y aunque la ruta no era subterránea, ni utilizaban un ferrocarril para desplazar a sus usuarios, fue denominada así porque «quienes subían a él desaparecían a la vista del público», según el abolicionista John Rankin. Sin embargo en la miniserie el tren se convierte en algo físico y real, con su locomotora y sus vagones. Esta licencia anacrónica sigue los pasos de la novela, cosa que no sucede siempre a lo largo de la producción, a pesar de que le resta realismo a la historia real de los esclavos, que es lo que realmente quiere contar.

«Como una pizza de pepperoni»

(Fuente: Amazon Prime Video)

En la rueda de prensa previa al estreno de la serie, Jenkins fue preguntado por la razón que le llevó a decantarse por esta visión metafórica. Y explicó que cuando, siendo niño, escuchó por «primera vez ‘ferrocarril subterráneo’ vi gente negra en los trenes subterráneos de una manera muy clara». «Cuando eres niño», prosiguió, «no tienes esos filtros que te dicen «esto no es posible» así que pensé que por supuesto se construyeron esos trenes subterráneos». El libro de Colson Whitehead reforzó esta idea cuando lo leyó y Jenkins quiso apoyarse en ella por «ese sentimiento incorrupto» que tuvo en su infancia. Curiosamente, el autor de la novela explicó durante la promoción del libro, en 2016, que cuando oyó hablar por primera vez del «ferrocarril subterráneo» en la escuela también imaginó un metro bajo la tierra y que la novela partió de esa noción de su niñez.

A la hora de llevarlo a la pantalla, explicó Jenkins que cuando habló con Mark Freeburg, el diseñador de producción de la miniserie, le dijo que el ferrocarril «no puede ser falso. Quiero vías reales, trenes reales, túneles reales. No quiero una pantalla azul y no quiero CGI». Afortunadamente, para hacerla posible encontraron «una red ferroviaria privada y construimos nuestros túneles encima de ellos.»

A diferencia del libro, donde el personaje de Cora permanece sentado en el andén cuando llega el primer tren, el director pidió a Thuso Mbedu que estuviese «en el suelo, tienes que tocarlo. Y no solo tienes que tocarlo, tienes que golpearlo porque esto (el ferrocarril) es como si los extraterrestres bajaran, caminaran hacia la puerta de tu casa y te entregasen una pizza de pepperoni«. «Cuando lo hicimos», prosiguió Jenkins, «pensé que era similar a cómo se sentía cuando era niño».

El ferrocarril subterráneo real

Los esclavos que se adentraban en el ferrocarril subterráneo real se desplazaban a pie o, si tenían suerte, a caballo o en carretas, aunque alguna parte del trayecto también se hacía en tren o en barco de vapor. Buena parte de los viajeros eran hombres, porque las mujeres tenían más dificultades a la hora de salir de la plantación y los niños podían resultar demasiado ruidosos. La dureza del trayecto, que se realizaba de noche y habitualmente en invierno para evitar cruzarse con alguien, fue otra de las razones por las que mujeres y niños fueron minoritarios entre todos los esclavos que utilizaron esta vía de escape.

La denominación de las rutas secretas y casas seguras que formaban parte del ferrocarril también estaba vinculada a la jerga del transporte, y los guías que acompañaban a los fugitivos eran denominados conductores, mientras que ellos eran los pasajeros o la carga. Los lugares en los que se escondían eran las estaciones, donde les esperaban los jefes de estación, hombres y mujeres que les acogían y alimentaban gracias a sus propias posibilidades o a los donativos de los accionistas. A diferencia de la miniserie, que trata de ofrecer una visión diferente del racismo en Estados Unidos en cada uno de los destinos a los que llega Cora, los esclavos no se establecían a lo largo de su ruta, sino que viajaban a diario.

‘The Underground Railroad’, obra de Charles T. Webber. (Fuete: Wikimedia Commons)

Los historiadores académicos descartaron la importancia del ferrocarril subterráneo, e incluso algunos dudaban de su existencia, entre otras razones porque no existían documentos que lo probasen. Para reducir el riesgo de infiltración el ferrocarril no tenía sede, no se publicaban guías ni mapas y los simpatizantes abolicionistas se organizaban en grupos pequeños para mantener el secreto. Cada uno de los integrantes de la red solo conocía la parte que le correspondía en cada ruta. E incluso, en algunas ocasiones, el conductor del grupo fingía ser esclavo para entrar en la plantación de la que iba a sacar su «carga».

Esto último solo podían hacerlo los guías que eran negros nacidos libres o que fueron los primeros esclavizados escapados. Pero dentro de este grupo también era posible encontrar abolicionistas blancos y nativos americanos. A otros niveles las congregaciones cristianas y el clero de la iglesia también jugaron un papel muy importante en el éxito del ferrocarril subterráneo, porque la esclavitud era contraria a las enseñanzas del evangelio, al igual que la comunidad negra sin la que los fugitivos apenas habrían tenido posibilidades.

Con rutas que en su tramo más corto superaban los mil quinientos kilómetros, el ferrocarril subterráneo más popular tenía como destino Canadá. Un país en el que no existía la esclavitud pero donde los fugitivos siguieron viviendo en sus carnes el racismo y la discriminación propios de la época, tanto laboral como socialmente. Aunque hubo grandes asentamientos a lo largo de la frontera, el estallido de la Guerra Civil estadounidense llevó a muchos a regresar para alistarse en el ejército de la Unión. Otros esperaron al final de la contienda, y de la esclavitud, para volver y reencontrarse con los amigos y familiares que habían dejado en atrás cuando decidieron huir en busca de la libertad.

‘El ferrocarril subterráneo’ está disponible en Amazon Prime Video.

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