Análisis: Prince of Persia, The Lost Crown

Gaming 29 Ene

Ubisoft Montpellier firma el esperado regreso de un Príncipe que viene dispuesto a recuperar la corona de los saltos, los combates y, por primera vez, de los metroidvania. 

Por Roberto Schenone

Han pasado más de diez años desde que se lanzó una entrega principal de Prince of Persia (Las Arenas Olvidadas, en 2010), una saga muy querida por los amantes de la acción, los saltos y, sobre todo, las aventuras. Porque seguro que como yo, muchos recuerdan con gran cariño Las Arenas del Tiempo y la trilogía de la que fue parte junto a El Alma del Guerrero y Las Dos Coronas.

Por suerte, Ubisoft trae de vuelta al Príncipe con Prince of Persia: The Lost Crown, una nueva entrega que supone un regreso a las raíces bajo un nuevo enfoque: tenemos acción y saltos con desplazamiento lateral 2.5D, pero también la exploración no lineal del género metroidvania.

Y quién mejor para encargarse de un juego de estas características que Ubisoft Montpellier, responsable de dos obras maestras de las plataformas como son Rayman Origins y Rayman Legends. 

Los halagos a Prince of Persia: The Lost Crown van mucho más allá del catálogo de Ubisoft. Se trata de uno de los mejores metroidvania que hemos jugado. Todos y cada uno de sus apartados rayan al más alto nivel. Nuestras únicas discrepancias son en lo visual. En el resto de ámbitos se trata de un producto incontestable. Tiene la mejor movilidad del género desde Hollow Knight, secciones de plataformas propias de Celeste, un parry que recuerda al de Sekiro y unos jefes finales dignos de cualquier souls. Pero esperad, que hay más.

Sus puzles y rompecabezas rinden homenaje a los que viéramos en Las Arenas del Tiempo, El Alma del Guerrero y Las Dos Coronas. Los nuevos poderes del Príncipe demuestran que dicha trilogía se quedó sin ideas, pero que Ubisoft Montpellier ha rellenado el tintero. Incluso tenemos secciones con enemigos inmortales que nos persiguen infatigablemente si nos localizan, recordando a Metroid Dread y a las míticas persecuciones del Dahaka en Warrior Within.

Prince of Persia: The Lost Crown no deja de sorprender y su ritmo y curva de dificultad se antojan sencillamente perfectos. Es desafiante, es variado, es rápido y adictivo.

Llega un momento en el que, al pensar en una hipotética secuela (ojalá), te das cuenta de que lo difícil no será mejorar aquello que chirría en el presente (repetimos: los gráficos), sino que lo complicado será mantener semejante nivel en el resto de piezas del engranaje. Igualarlo ya sería un logro. Es en ese preciso instante en el que comprendes que Prince of Persia: The Lost Crown es mucho más que una sorpresa. Es una de las cimas del género, un juego que se citará como referente de ahora en adelante.

Uno de los pensamientos que más se han repetido en mi cabeza mientras jugaba a Prince of Persia: The Lost Crown ha sido: «este juego lo hace todo bien». El combate es increíble, el plataformeo es alucinante, la exploración es un deleite y los enfrentamientos contra jefes son una auténtica pasada. Es de esos juegos a los que cuesta encontrarle pegas porque sobresale en todo lo que se propone.

Pero vayamos por partes y empecemos por el combate. Y que el hecho de desarrollarse en 2.5D no os engañe: el sistema de combate de Prince of Persia: The Lost Crown es muy elaborado y sorprendentemente versátil.

Dos aspectos que hay que destacar del combate: el contraataque vengativo (una pequeña secuencia que se activa cuando bloqueamos ataques concretos de los enemigos) es tan espectacular como satisfactorio de llevar a cabo. Especialmente contra los jefes.

Y los amuletos (claramente un calco del sistema de amuletos de Hollow Knight) permiten personalizar los movimientos de Sargon con efectos jugables de peso que invitan a trastear continuamente con ellos… Y a mejorarlos para ver cómo esos efectos aumentan.

Saltemos ahora al plataformeo, que es otro de los puntos fuertes de Prince of Persia: The Lost Crown. Y aquí la clave, más que los propios saltos, es la forma ingeniosa con la que se ha jugado con los escenarios para ofrecer distintos tipos de desafíos y añadir mecánicas que cambian dependiendo de la zona que visitemos.

Hay que hacer una mención especial para las habilidades que vamos ganando al progresar y que, como en todo buen metroidvania, nos permiten llegar a lugares previamente inaccesibles.

Y hablando de puzles, también los hay y son un auténtico derroche de imaginación que nos invita a ser muy conscientes de las habilidades a nuestra disposición para sacarles partido de formas muy ingeniosas. Como decía antes: lo hace todo bien.

¿Y qué pasa con los jefes? Pues que son la caña. Todos los enfrentamientos contra jefes principales de la historia son francamente memorables: tienen un diseño de patrones y ataques que ya quisiesen muchos juegos de acción, obligan a usar las habilidades de formas chulísimas y esconden momentos de puro espectáculo que os van a hacer chillar.

También quiero dedicarle algunas líneas a la historia, porque me ha gustado bastante. Tiene un elenco de personajes muy buenos (aunque algo desaprovechados) y varios giros argumentales que no me esperaba. Y precisamente, porque me ha gustado, me fastidia mucho que en lo referente a la narrativa sea bastante caótica.

Un último detalle de Prince of Persia: The Lost Crown que puede parecer pequeño pero que es maravilloso, es su habilidad para jugar con las expectativas. Porque cada vez que pensaba que algo no daba más de sí o que se les habían acabado las ideas, el juego se las ha apañado para sorprenderme.

¿Cuánto dura Prince of Persia: The Lost Crown?

A nosotros nos ha llevado 20 horas terminar el juego con cerca de un 70% completado. Cuenta con misiones secundarias y coleccionables para aburrir, por lo que intuimos que buscar su platino disparará la duración hasta las 30.

LO MEJOR

  • Las mejores plataformas del género metroidvania.
  • Repleto de jefes finales, su sistema de combate resulta rápido y divertido, con un parry perfecto.
  • Ambientación, diseño de niveles y puzles.
  • Los poderes son imaginativos y tienen aplicación en saltos, batallas y rompecabezas.
  • Muy desafiante, con secretos dificilísimos de conseguir.
  • La mecánica de los fragmentos de memoria. Se la van a copiar todos.
  • Duración encomiable (de 20 a 30 horas), con secundarias y decenas de coleccionables.

LO PEOR

  • Una estética por momentos debatible. No es el juego más vistoso del UbiArt Framework.
  • La historia acaba siendo secundaria y deja explicaciones por dar

Roberto Schenone

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