Crítica: ‘El gran fondo’, invertir dinero nunca fue tan divertido

Filmin presenta la comedia noruega más famosa de los últimos años

(Fuente: Filmin)

Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada completa de ‘El gran fondo’ y no contiene spoilers.

Cuando nos referimos a series escandinavas, inevitablemente, nos viene a la cabeza el «noir» o las narraciones intrínsecamente políticas. El primero de estos dos géneros ha supuesto un punto y aparte en el thriller y procedimental, donde las idílicas sociedades nórdicas esconden bajo la alfombra todo tipo de delitos, y cuánto más macabros mejor. En el segundo, pasa un tanto de lo mismo: los entresijos de la clase política contados desde perspectivas poco aludidas en las narraciones, y donde las situaciones cotidianas de sus protagonistas se alternan con su día a día dirigiendo el país de turno. En ambos géneros, la forma de abordar y narrar, la propuesta posee un aroma único y, quizás por eso, sumamente atractivo.

Las comedias nórdicas no son tan usuales, sin embargo. Cierto es que hay algunos ejemplos considerables y muy considerados. Desde la sátira y el esperpento, como el caso de Fallet o Norsemen, hasta el dramedia de Rita y Bonus Family, pasando por la mezcla de géneros, nutridos de irreverencia, de Match. El caso que nos ocupa hoy, El gran fondo (Oljefondet), supone un soplo de aire nórdico más fresco de lo habitual. Y es que la propuesta alberga un cóctel de situaciones extremadamente cómicas, diálogos ágiles y creíbles, y unos personajes muy bien definidos que cumplen su rol a la perfección. El gran fondo, disponible en Filmin, es una de esas pequeñas joyas que llega de puntillas pero que puede convertirse en una de las series (o miniseries porque aún no está decidido) del año. Dirigida y creada por Harald Zwart y Peter Holmsen, la serie ha sido rodada en Noruega, Lituania, Francia, Estados Unidos e Inglaterra.

En los años 70, Noruega descubre que su litoral está plagado de petróleo y gas. Esa riqueza que aparece de la nada, pronto se ve encauzada para velar el futuro social de la sociedad noruega. Así, se crea el Fondo Estatal de Pensiones, llamado coloquialmente el Fondo del Petróleo, siendo a fecha de hoy el fondo estatal más grande del mundo. En la actualidad, como cualquier otro fondo, invierte y vende dentro de la dinámica habitual de los mercados financieros, pero atendiendo a unas normas impuestas por el propio gobierno de la nación. Así, cualquier empresa o cliente que atente a los derechos humanos dentro de sus políticas de negocio, son rechazados formalmente. Para eso existe un Comité de Ética, formado por funcionarios del gobierno, que velan por el correcto funcionamiento del fondo. Hasta aquí, todo es perfecto. Hasta que comienza el primer capítulo.

El fondo está a punto de llegar a los 10 billones de coronas, lo que sería un éxito y un hito en la historia de la institución. Per Grepp (Thomas Gullestad) es el director de inversiones y lo tiene todo atado para que al final de la jornada se alcance el objetivo; pero una pequeña incidencia descalabra la operación. A Per se le ocurre una jugada, no muy acorde con la política del fondo, para poder llegar a esa cifra, pero es descubierto por el Comité de Ética y su responsable, Kathrine (Kathrine Thorbog) se presenta en la institución para despedir a todo el mundo, pero una negociación nada ética de última hora (no olvidemos que estamos en un lugar donde se negocia todo) impulsada por la propia Kathrine obliga al fondo a contratarla como responsable del departamento de ética en el fondo. Per y su equipo formado por Odd (Elias Holmen), Anna (Evelyn Rasmussen), ven amenazados su forma de vida y trabajo con la presencia de Kathrine. A todo esto, a Bjørg (Marit Andreassen), la CEO del fondo, todo le parece bien mientras no la incomoden demasiado.

Durante diez capítulos de unos 22 minutos, la narración se centra en la relación que experimentan Per y Kathrine a la hora de hacer inversiones, trabajar con ciertos clientes de dudoso pelaje y vivir las interioridades de la empresa. Naturalmente, esta relación afecta a los empleados que trabajan en el fondo y a la hija de Per. Cada episodio es autoconclusivo y presenta dos tramas paralelas que suelen converger en la parte final, pero hay ciertos elementos que mantienen un arco de principio a fin. Inversores rusos y árabes, prácticas amorales, fiestas de navidad con karaoke incluido, cámaras acorazadas donde se guardan regalos, viajes, entrevistas de recursos humanos… No quiero desvelar nada de ninguno de los episodios porque es una sorpresa que merece la pena descubrir por uno mismo.

Un sentido del humor que a veces es cínico y otras muy blanco, sumado a unos guionistas que apuestan por reírse de ellos mismos como noruegos, donde ridiculizan la antigua rivalidad sueco-noruega, el “buenrollismo” y perfección escandinava, el mundo de las influencers e instagrammers, la absurda pomposidad del marketing, las relaciones y roles establecidos entre los empleados, entre otras tramas, y a lo que suman la química entre los dos protagonistas y unos secundarios casi perfectos, el resultado es una comedia divertida, irreverente y tierna, y plagada de situaciones divertidas que nunca llegaríamos a imaginar en un lugar tan serio como puede ser el Fondo del Petróleo. Es como si a los protagonistas de The Office los dejáramos en medio de Wall Street…

Créanme, reír, se van a reír.

‘El gran fondo’ está disponible en Filmin.

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