Basada en la novela de John Marrs, su primera temporada en Netflix consta de ocho capítulos
Esta crítica se ha escrito tras ver dos capítulos de ‘The One’ y no contiene spoilers.
La premisa de la que parte The One es bastante sencilla y suena a conocido. Dos científicos descubren cómo emparejar a los seres humanos en base a una prueba de ADN y montan una empresa en torno a ese descubrimiento. Todo un éxito en lo profesional, pero no en lo personal. Su relación se rompe (descubrir por qué es parte principal de la trama) y la aparición del cadáver de un amigo de ambos trastoca toda su existencia.
Basada en la novela homónima de John Marrs, la serie creada por Howard Overman (Misfits) es un thriller que huye del romanticismo que pueda respirar su punto de partida y se lo juega todo al misterio con una ambientación londinense un tanto agobiante por la atmósfera que se genera y respira. Esa es la baza central de The One y, como tal, cuenta con personajes de dudosa moral y comportamientos susceptibles de ser considerados delitos.
Rebeca (Hannah Ware) es quien lleva la voz cantante en esta historia. Ya desde su monólogo inicial ante un público entregado a su speech sobre cómo todo el mundo se merece encontrar el amor gracias a su sistema de emparejamiento 100% certero se ve venir que no es trigo limpio. Ware logra transmitir en unos pocos gestos la personalidad de alguien con una imagen pública y otra privada muy diferenciadas. Y defiende, con convicción, un personaje demasiado obvio.
Después, tirando de testimonios y del flashback, poco a poco se va conociendo cómo fueron aquellos tiempos más felices pero con menos dinero en los que formaba equipo con su compañero de piso Ben (Amir El-Masry) y su amigo y socio James (Dimitri Leonidas). Ninguno de los dos está presente en su vida actual. El porqué tiene mucho que ver con el misterio de The One. Porque, a tenor de lo visto en los dos primeros episodios de los ocho que componen la temporada, la serie de Netflix busca dar respuestas a las preguntas sin centrarse en exceso en el amor romántico. Eso es algo que ya hizo Soulmates (estrenada en AMC España) en alguno de sus capítulos.
Aunque, eso sí, Overman no se olvida de plagar sus guiones con dilemas éticos y morales. De esta manera obliga a sus personajes a plantearse cuestiones del tipo si la felicidad de alguien lo vale todo, hasta qué punto está cada uno dispuesto a transgredir las normas y hasta dónde es alguien capaz de llegar por salirse con la suya.
Y de esas preguntas nacen las subtramas que ejercen como satélites de la central. Alrededor de ese caso por resolver que es la explicación de cómo alguien acabó en el fondo del Támesis giran la historia de la agente involucrada en el caso y del periodista que quiere saber más. Ambas influenciadas por cómo la existencia del invento de Rebeca y James les afecta en el trabajo y en sus relaciones de manera directa.
El curso de los acontecimientos se plantea de manera que, a nada que se hayan visto un puñado de thrillers, es fácil de discernir. Mucho deben cambiar las cosas a partir del tercer episodio para que un giro de guion haga que la historia vire hacia otros derroteros. Puede pasar. Es lícito y casi recomendable. Pero para entonces es probable que algunos espectadores se hayan bajado de su tren por falta de interés en lo que cuenta.
‘The One’ está disponible en Netflix.