Deja tus prejuicios a un lado: ‘Luis Miguel, la serie’ no es la producción cutre que crees

Tras arrasar con su primera entrega el biopic del cantante producido Netflix y Telemundo ha estrenado su esperada segunda temporada

(Fuente: Netflix)

El mayor impedimento a la hora de ver una serie no es que no estés abonado a la plataforma que la tiene en su catálogo o que, si se trata de una emisión convencional, el horario no te venga bien. El mayor impedimento son los prejuicios, esas opiniones preconcebidas que hacen que siga habiendo quien no ve series españolas “porque son malas”, no se pone una producción protagonizada por afroamericanos “porque no tenemos nada en común” o no tienen en sus visionados ficciones creadas por mujeres “porque son demasiado feministas”. Un universo creativo impagable descartado por el simple hecho de ser algo que crees que son, sin haberlo probado antes.

A este listado arbitrario y suspicaz hay que sumarle una nueva hornada de espectadores, y son todos aquellos que experimentan un rechazo instantáneo cuando les dices que la nueva producción a la que se tienen que enganchar es Luis Miguel, la serie. Porque no te dejan ni un minuto para explicar de qué va o por qué tienen que verla; en su mente solo piensan en un cantante de baladas con una vida culebronesca. Los particulares prejuicios que son consecuencia de las páginas de la prensa amarilla que ha ocupado el cantante en los últimos años, pero también del género musical al que se dedica y su nacionalidad.

A aquellos que no han dejado a su recomendador de turno explicarse, quiero decirles que Luis Miguel, la serie es la historia de un hombre que, como muchas otras personalidades de éxito, tiene a su alrededor gente que les ayuda a conseguir su objetivo, pero también muchos otros que solo quieren aprovecharse de su talento. Y al solista mexicano no le han faltado de estos a lo largo de su precoz carrera, desde su padre y su tío hasta aquellos que trabajaban para él controlando su agenda de conciertos o las canciones que forman parte de su repertorio.

(Fuente: Netflix)

Más allá de los recintos multitudinarios en los que congregó a miles de personas y los estudios de grabación en los que nacieron canciones míticas de la historia de la música, en la producción de Netflix y Telemundo (que acaba de estrenar su segunda temporada) podemos descubrir a un hombre tremendamente ambicioso al que su arte lo situó frente a los focos demasiado pronto. Y por ello no tuvo una adolescencia normal y cuando se convirtió en adulto solo se preocupó por explotar su éxito empalmando giras y discos y más giras y más discos. Pero, sobre todo, es una persona que vive con un profundo trauma provocado por el desgraciado matrimonio de sus progenitores, el carácter de su padre y la desaparición de su madre.

Para llevarlo a la ficción, cuya adaptación de la realidad está convenientemente especificada tras cada episodio, Luis Miguel, la serie recurre a dos líneas temporales diferentes que repasan los eventos más importantes de la vida del cantante tanto a nivel personal como profesional. Momentos que van desde su debut televisivo a la polémica sobre sus supuestos orígenes aztecas, pasando por las tensiones familiares o su relación con los medios. Todos ellos ayudan a dibujar un retrato que todavía está incompleto pero que ya ha dejado claro que tras el éxito mundial, sea en el ámbito que sea, siempre hay una historia imperfecta que merece la pena conocer.

Yo tampoco me imaginaba disfrutando de la vida de un cantante de boleros y baladas que me dejó pastelosamente marcada con sus Romances y su “por debajo de la mesa, acaricio tu rodilla”, pero los caminos de la ficción televisiva son desconocidos y también apasionantes. Me sumé a la fiebre por esta producción y la devoré irracionalmente, intrigada por los años jóvenes de un chico talentoso, fascinada por uno de los peores padres que nos ha dado la ficción, Luisito Rey, y deleitándome con sus momentos musicales, que sin ser mi género favorito me parecen tan disfrutables como los de cualquier otra producción musical.

Estoy convencida de que si Luis Miguel, la serie tuviese un título mucho más anglófono y fuese la historia de un cantante de rock todo el mundo hablaría de ella, pues tiene todo lo que le podemos pedir a una producción de esas que esperas con ansia semana tras semana. Así que si eres de los que se ha dejado llevar por los prejuicios, creo que ya ha quedado claro que deberías replantearte tus aprensiones y lanzarte a ver esta historia en la que los giros narrativos y la personalidad de sus personajes te van a mantener pegado a la pantalla. Y si todo esto no te resulta suficientemente convincente prueba a cambiar el título de la serie, a pensar que el protagonista no es el tipo que has visto en el papel cuché o deja de hacerte el/la duro/a y abraza las baladas, que todos hemos tenido un momento tierno en nuestras vidas y no por eso somos peores.

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