Lois Lane o Kara Danvers encarnan un tipo de periodistas que roza lo superheroico
Una buena parte de los superhéroes de las series de DC y The CW tienden a encarnar el idealismo que se le presupone a un superhéroe clásico, los de toda la vida. Esos a los que la oscuridad nolaniana aún no les ha llegado y cuyo faro moral esta orientado al bien común y el sacrificio personal. Dejando a un lado a Oliver Queen, que comenzó recorriendo Star City con una lista de nombres a los que matar y acabó redimiéndose entregando su vida para salvar a Flash y al mundo, la mayoría de ellos, con mayor o menor acierto, siguen ese canon.
Ahí están Kara Danvers y Barry Allen enarbolando orgullosos la bandera de la bondad y la candidez. Y ahora también el primo de la primera, Clark Kent. Los tres comparten color en el traje (en parte), supervelocidad y mandamientos superheroicos. Hay más. En las tres series una parte muy importante de sus tramas tiene que ver con la verdad y el periodismo. Porque para quienes escriben los guiones son dos palabras intrínsecamente unidas e inseparables. De ahí que el idealismo que destilan estos tres personajes se extienda a todos aquellos que salen al mundo armados con una grabadora y una libreta. En el caso de Kara, además, por partida doble.
A Clark no le pasa porque, recordemos, le despiden en el primer episodio de Superman & Lois y no parece que se le vaya a ver mucho en el papel de reportero. Eso se lo deja a Lois Lane, la cabeza más visible y estrella de mayor relumbrón en lo que al periodismo superheroico se refiere. Ganadora de un Pulitzer como bien presumía cuando estaba encarnada por Teri Hatcher, en esta nueva aventura se reivindica una vez más como defensora de la verdad y enemiga de las injusticias. Usa la palabra como arma y el olfato periodístico como superpoder.
Es algo que le dice en varias ocasiones a Clark y una trama que gana peso en el segundo capítulo de la serie. Lois busca su lugar en Smallville, tras mudarse desde Metropolis, y decide tirar piedras contra su propio tejado profesional mandando a la redacción un artículo en el que habla mal del dueño de su propio periódico. Solo ella se atrevería a algo así. “¿Recuerdas que es el dueño del Planet?”, le espeta su marido avisándola de que no se lo van a publicar. “¿Sabes, Clark? Tú encárgate de las cosas de Superman y yo me encargo de las cosas de Lois Lane”, le responde ofendida aún sabiendo que tiene razón.
A Lois le da igual que ese artículo le pueda costar el puesto, ¿desde cuándo eso le ha importado a la reportera más famosa del Daily Planet? Es periodista y se debe a su inquebrantable compromiso con el lector con todas las consecuencias. A saber, jugarse la vida por una noticia, proteger a las fuentes a toda costa, anteponer la verdad a cualquier otro interés y enfrentarse a quien haga falta por hacer llegar a los ciudadanos lo que considera digno de ser conocido. Ella es así: el idealismo del periodismo en todo su esplendor. Ese en el que se destapan grandes escándalos casi a diario, se dan exclusivas, las gargantas profundas proliferan y se dispone de días, hasta incluso semanas, para armar un reportaje.
Es el quijotismo de los superhéroes, trasladado al periodismo. ¿Es eso malo? No. Es parte del contrato a firmar con este tipo de series. Y, además, aquí no hay atisbo ninguno de moralina o lección ventajista como había en The Newsroom, donde se daban lecciones de cómo debían actuar los periodistas a toro pasado, con todas las cartas sobre la mesa y al descubierto. Lo que se da en estas series de superhéroes va en la línea de su propia biblia.
Lois Lane equivale al periodismo lo que Superman al superhéroe. Y como ella, Iris West-Allen (The Flash), reportera de Central City, pareja de Barry Allen y defensora a ultranza también del oficio de juntaletras. Ya lo había hecho antes, pero en la segunda mitad de la sexta temporada defiende su intuición como superpoder. Y, para marcar territorio, durante una discusión con su pareja le dice eso de “soy reportera, Barry, y muy buena. Y sea arriesgado o no, merezco estar ahí fuera igual que tú”. Vale que no es la Iris original, sino un duplicado de la misma. En realidad da igual, porque, en esencia, es algo que la genuina también podría haber dicho.
Donde hay más periodistas idealistas e idealizados por metro cuadrado es en la redacción de CatCo. Empezando por la propia Kara Danvers/Supergirl y siguiendo por Jimmy Olsen, que en su ascenso a jefe de redacción se convierte en quien decide qué se publica y qué no. Y junto a ambos, uno de los últimos y más acertados fichajes, el de Nia Nal como la becaria que aprende rápido. Cat Grant se merecería su propio reportaje. Además, en Supergirl se añade ese juego de quienes defienden la ética de la profesión y quienes la sacrifican en beneficio de la audiencia y el click fácil.
El precio personal de una noticia
Eso sí, como decía al comienzo del texto, esa oscuridad tan de Nolan vista en las últimas aventuras de DC en el cine no se ha extendido a las series de The CW. Algo que sí se dio (los personajes eran más propicios, todo sea dicho) en las de Marvel en su etapa en Netflix. Siendo Daredevil una de las mejores series de superhéroes de todos los tiempos (en especial su primera y su tercera temporada), en la historia del Diablo de Hell’s Kitchen había mucho de trauma y de sufrimiento en todas partes. Y también algo de periodismo idealizado.
Sin embargo, en esta, siguiendo la línea marcada por la trama principal, quienes se jugaban la vida por sacar a la luz la verdad podían no llegar a contarlo. Le pasaba a Ben Urich, del Daily Bugle, cuyo puesto ocupaba después la polifacética Karen Page sin pasar por facultad alguna pero defendienco como la que más el idealismo del periodismo en las series de superhéroes. Por suerte para los periodistas de Superman & Lois, Supergirl y The Flash, en sus series puede que intenten matarles muchas veces pero, de momento (y no parece que vaya a ocurrir), no lo consiguen.