La nostalgia es mala consejera. Es la que nos dice que películas como ‘Inspector Gadget’ eran hilarantes o que recuerdan con tanto cariño ‘Space Jam’ que en Warner llegaron a creer que era buena idea hacer una segunda parte a la desesperada. También es la que ha marcado a ‘El retorno de las brujas‘ (más conocida, en este proceso globalizador, como ‘Hocus pocus‘) como uno de los hitos de los años 90. Es por eso que se hace tan difícil ser justo con su segunda parte.
Las brujas han vuelto
Pocas películas hay más icónicas que ‘El retorno de las brujas’. Tres actrices en su mejor momento divirtiéndose como nunca protagonizaban una cinta más bien blandita que se perdía un poco en su propio argumento. Vista hoy, se siente imperfecta, pero con algo imposible de replicar: pura magia. A la segunda parte le pasa exactamente lo contrario: tiene guion fuerte, progresión dramática coherente, personajes fuertes y giros de guion sorprendentes, pero le falta ese último golpe de carisma para ser tan mítica como aquella.
Dicho de otra manera: ‘El retorno de las brujas 2’ está mejor acabada técnicamente que su primera parte, pero no es mejor. Anne Fletcher sabe encapsular todo lo que hizo buena a la original y trata de multiplicarlo por dos. No lo consigue, pero por el camino sí logra encestar un triple mortal con pirueta: que la secuela de una película intocable rodada tres décadas después sea, por lo menos, digna.
El problema principal de esta secuela (disponible en Disney+) es su propia autoconsciencia: sabe que por su propia condición siempre vivirá a la sombra de la original y no termina de divertirse lo suficiente con los personajes como para ser distinguible por sí misma.
Aquí tenemos todos los elementos necesarios para hacer check: las actrices originales, el gato negro, el libro, la vela negra, el zombi, el flashback inicial… Solo al final, en el último acto, la cinta se atreve a salirse del camino establecido de la secuela-remake encubierto, dando algo de originalidad al conjunto. Los fans más duros de la saga se han enfadado de todas maneras, así que, ya puestos, ojalá hubiera intentado menos complacerles y más asentar unos nuevos conceptos que al final quedan francamente flojos.
Brujas fuera del agua
No es que sin estos conceptos la película fuera un desastre, ni mucho menos: simplemente era… más de lo mismo. La misma línea argumental (una virgen despierta a las Sanderson, que vuelven y buscan la manera de hacerse jóvenes de nuevo), pero esta vez con más chistes del género «peces fuera del agua»: brujas del siglo XVII descubriendo los móviles, las cremas anti-envejecimiento, Alexa o, en un giro entre lo bizarro y lo hilarante, la Roomba. Si os gusta este tipo de humor (a mí, por ejemplo, me funciona siempre), vais a disfrutar de lo lindo.
Es curioso cómo, aunque solo han pasado treinta años, ‘El retorno de las brujas 2’ también es un testimonio del cambio de mentalidad de la vida moderna. No solo en lo obvio (más representación e inclusividad), sino en la mera concepción de la película. Si la cinta original iba al grano, esta secuela se adecua más al ritmo cinematográfico actual: está menos centrada pero al mismo tiempo es más coherente y deja momentos para la dispersión narrativa, incluyendo dos números musicales arrebatadores y una subtrama completa sobre el alcalde (el siempre fabuloso Tony Hale) tratando conseguir una manzana de caramelo.
Pero, por supuesto, si ‘El retorno de las brujas 2’ es la película digna que es en lugar de un simple sacacuartos de Disney es gracias a un trío protagonista que sigue siendo absolutamente arrebatador, comandado por la vigorosísima Bette Midler, que a sus 76 años se lo pasa en grande volviendo a interpretar a Winnie con una energía que traspasa la pantalla. Solo por la fuerza con la que canta el tema de vuelta de las hermanas Sanderson ya merece la pena que esta secuela exista.
A esta fuerza se suma el talento del equipo de maquillaje, vestuario y peluquería, que hace que solo podamos notar que han pasado los años en momentos muy específicos: por lo demás, las tres parecen salidas directamente de 1993.
Hechizos y pociones adolescentes
‘El retorno de las brujas 2’ es exactamente el contrario de ‘Obi-Wan Kenobi‘: un ejercicio de nostalgia bien entendida que amplía y engrandece la película mítica consciente de que nunca va a ser tan recordada como aquella pero que, pese a todo, quiere darlo todo para que el espectador pase un buen rato. ¿Es perfecta? Bajo ninguna circunstancia: le falta alma, honestidad, mejores chistes y protagonistas -aparte de las tres hermanas- más carismáticas. Pero, ¿es un simple mecanismo hecho por imposición de un cheque de Disney? Creo que no.
Es tentador hacer una crítica de esta película y empezar a hablar de que la original es insuperable, de que se han cargado mi infancia o de que Disney vuelve a fallar con una cinta hecha con plantilla, pero sería faltar a la verdad para ganar unos cuantos comentarios positivos.
A ‘El retorno de las brujas 2’ le falta carisma en cualquier personaje fuera de las tres hermanas, y la trama, sobre todo hacia el final, trata de hacer un ejercicio de redención absurdo, pero al menos intenta cambiar el guion preestablecido en lugar de quedarse en el simple ejercicio de nostalgia barata.
Es muy probable que nunca volvamos a saber de Becca y sus amigas, que solo sirven como protagonistas intercambiables puntuales, pero ojalá saber más de ese trío protagonista embaucador, por más que no termine de encajar todo en su sitio de forma tan natural como en la cinta de 1993.
Consciente de que dentro de treinta años será solo una nota al margen cuando se hable del cine mítico de los años 90, ‘El retorno de las brujas 2’ procura dar todo lo que puede sin desestabilizar el status quo o causar oleadas de indignación entre los fans. Y lo consigue, con un producto final tan suficiente como olvidable. A veces, es todo lo que podemos desear.