A pesar de su apariencia, esta galaxia se encuentra perdida, a la deriva, a más de 900 millones de años luz en la constelación de Coma Berenices y en un entorno hostil dentro de un cúmulo de galaxias.
En comparación con otras, las que residen en los cúmulos sufren distorsiones causadas por la atracción gravitacional de sus vecinos más imponentes, quienes pueden torcerlas y moldearlas en formas variadas.
Por si fuera poco, el espacio entre las galaxias en un cúmulo también está lleno de un plasma incandescente conocido como medio intracúmulo. Aunque este plasma es sumamente ligero y delicado, las galaxias que atraviesan este campo lo experimentan de manera similar a nadadores luchando contra una corriente. Esta interacción puede despojarlas de su gas generador de estrellas.
El proceso responsable de los filamentos arrastrados, que se asemejan a los tentáculos de una medusa en esta galaxia se denomina desprendimiento de presión ram. Mientras JW39 se desplaza a través del cúmulo, la presión del medio intracúmulo despoja a la galaxia de su gas y polvo, formando largas cintas de nacimiento estelar que se extienden desde su disco, según informa la NASA.
Expertos astrónomos emplearon la Cámara de Campo Amplio 3 del telescopio espacial Hubble para examinar en detalle estos tentáculos arrastrados, ya que representan un entorno particularmente extremo para la formación de estrellas.
De manera sorprendente, descubrieron que el proceso de formación estelar en los ‘apéndices’ de las galaxias medusas no se diferenciaba en gran medida del que ocurre en el disco galáctico.
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