La evolución del party-line: pagan 2 dólares por mensaje por chatear con perfiles de mujeres falsos

Las apps de citas han cambiado la manera en la que los adultos conocen a otras personas. Tinder, Grindr, Badoo, Meetic, Bumble… Las plataformas son muchas y millones de usuarios la usan para interactuar con nuevos rostros, sin embargo, a veces las caras que se ven no son las de aquellos que se encuentran al otro lado de la pantalla.

En el mejor de los casos, esos que fingen ser otra persona solo son adolescentes aburridos que buscan entretenerse. Otros lo hacen por inseguridades con su verdadera imagen. Sin embargo, hay ciberdelincuentes que aprovechan estas aplicaciones para enamorar a sus víctimas y, después, pedirles dinero a cambio.

Esta última situación ha llegado a tal nivel que hay quien paga por chatear con mujeres atractivas que, verdaderamente, son trabajadores con perfiles falsos. En el medio de comunicación WIRED, han podido hablar con Liam, una persona que ha querido mantener su anonimato a la que se le contrató para moderar sitios web de citas.

Liam, de Irlanda, vio un anuncio de Facebook en 2020 en el que una empresa con sede en Chipre llamada ‘vDesk’ buscaba un «representante autónomo de atención al cliente» a distancia. Tras contactar con la firma, Liam realizó una entrevista y, al final, le preguntaron si le apetecía moderar apps para ligar: «Pensé que iba a estar moderando contenido de odio en Tinder, algo así. No tenía claro el tipo de trabajo que sería en realidad».

¿En qué consistía el trabajo?

La verdad de aquel empleo fue muy distinta a la que creía inicialmente. Le solicitaron que crease perfiles falsos en línea para chatear con clientes que, en su mayoría, eran hombres que buscaban relaciones o sexo virtual.

Los clientes sabían que la persona al otro lado de la pantalla estaba interesada en el dinero y no en interactuar, pero lo que no sabían es que las fotos que eran originales. Liam cuenta que los usuarios pagaban por «monedas» que se intercambiaban por mensajes: la suscripción más pequeña era de 10,90 dólares y la más grande de 870 dólares. Aproximadamente, se gastaban 2,15 dólares por cada mensaje.

Liam se hacía pasar por distintos personajes virtuales que él mismo había creado. Uno de ellos era ‘Anna2001’ y, mientras usaba ese perfil, se encontró con la cara de un viejo conocido: un compañero con el que había jugado al rugby.

WIRED explica que Liam necesitaba el dinero, por lo que, durante dos minutos, chateó con su antiguo compañero. No obstante, reconoce que fue una sensación extraña.

Liam no es el único

Este trabajo descrito habitualmente se promociona como un empleo para desempeñar funciones de «atención al cliente» o moderación de contenidos. El caso de Liam no es un caso aislado, sino que hay decenas de personas que se encargan de lo mismo para empresas como vDesk.

En WIRED, también encontraron el caso de Alice, otra persona con nombre falso para salvaguardar su verdadera identidad. Ella vive en México y trabajaba también para lo mismo. «Incluso les envié una larga carta de presentación, detallando mis habilidades como traductora –reconoce-. Qué vergüenza».

Un día recibió el mansaje de uno de sus clientes de Francia, que aseguraba haberse enamorado. Ella cuenta que sus perfiles «no parecen mujeres inalcanzables, son inquietantemente convincentes e hiperespecíficas», por lo que entiende que esto ocurriese y considera que debería haberle dicho la verdad.

En otra ocasión, le llegó el mensaje de la esposa de uno: «Por favor, deja de hablar con mi marido, está gastando dinero que no tenemos para hablar contigo». Alice no podría hacer nada para impedirlo, porque los trabajadores no podían cerrar las conversaciones por decisión propia.

Otra extrabajadora de vDesk afirma que desconocía la procedencia de las fotografías que utilizaba en sus cuentas falsas. Esta persona se negaba a pensarlo y, en su lugar, se imaginaba que estaba creando personajes en Los Sims.

Esta práctica no es ilegal

Los mensajes sexuales o románticos pagados no están regulados, por lo que son legales (aunque no por ello son necesariamente éticos). El servicio recuerda bastante a los ‘party line’ tan populares en los 80 y los 90.

Los clientes, por lo general, entienden que están chateando con personas que solo le devuelven el mensaje a cambio de dinero. No obstante, lo inmoral es que aquellas personas que parecen reales con las que están hablando son una farsa.

Además de las imágenes, los perfiles incluyen datos personales falsos, pero convincentes, como «soltera tras dos matrimonios fallidos», «casa de 3 dormitorios con sus hijos» o «propietaria de una tienda de maquillaje y productos de belleza». Los clientes pueden pensar que nadie mentiría sobre ellos y destacaría que se ha divorciado o que tiene pequeños a su cargo.

El negocio tiene éxito y, mientras no se regule al respecto, parece que continuará creciendo. Aquellos que trabajan no están especialmente contentos con engañar a la gente, pero en WIRED reconocen que lo hacen por dinero.

En el caso de Liam, tras ver a su amigo, le solicitó a su jefe de equipo «un momento libre para procesarlo». Le respondieron para recomendarle que «sería mejor» que volviese al trabajo. Al poco tiempo, Liam renunció.

Durante su estancia en vDesk, Liam asegura que vio cómo algunos usuarios realmente buscaban a alguien con quién hablar y no solo una persona con la que desahogarse sexualmente. «Uno hablaba del suicidio y de cómo la falsa mujer le había salvado de él, que había encontrado el amor«. También presenció propuestas de matrimonio de algunos clientes que llevaban hasta cuatro años y medio usando estos servicios.

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