Miramos con cierta envidia el mimo que le dan los británicos a sus ficciones televisivas
A veces, en televisión, algunos postulados, de tanto repetirlos, adquieren calidad de verdad casi irrefutable. Que la música en directo no funciona, que la familia ya no se reune frente al televisor o que las mujeres no son graciosas. Por supuesto, luego llegan realidades para rebatirlos. También se dice mucho últimamente que solo las retransmisiones en directo, principalmente deportes y realities, consiguen convertirse en auténticos eventos que congregan a los espectadores a una hora concreta.
La ficción, supuestamente, ya no es una cita, pues la gente ve las series como y cuando quiere. ¿Ha matado el modelo Netflix a la televisión tradicional? Pues por mucho que los falsos gurú así lo hayan cantado, los datos no siempre respaldan semejante afirmación. Y como ejemplo, Line of Duty, cuya sexta temporada batió récords esta semana en su emisión en BBC (en España el episodio final llega esta noche a Movistar+). 12,8 millones de espectadores siguieron en directo la emisión de este final de temporada, pero lo más llamativo es su dato de share: 56,2%.
Ni un partido de la Premier League ni la final de The Great British Bake Off (uno de los realities que arrasan actualmente al otro lado del Canal de la Mancha). Lo que congregó a más de la mitad de la audiencia británica frente a la pantalla, a un día y una hora exactos, fue una serie policial, cuyos capítulos, por supuesto, estaban en seguida disponibles para verse online. Pero la ficción, con guardia civil incluido, supo elevar la tensión y tener a sus fieles seguidores mordiéndose las uñas ante su clímax. Se puede.
«Jed Mercurio es un genio en lo suyo y me gustaría felicitarle a él, al elenco al completo y al equipo por hacer una temporada increíble. Espero tener pronto una conversación con el equipo sobre hacia dónde llevar la serie y cuál puede ser su futuro», decía la jefa de contenido de BBC, Charlotte Moore tras conocerse este gran dato. Pero lo de Line of Duty, aunque excelente, no es excepcional en Reino Unido. El año pasado, por ejemplo, Muerte en Salisbury también rompió la barrera de los diez millones de espectadores con sus tres episodios y antes Bodyguard fue otro gran fenómeno.
«¿Y en España?», diréis quienes recordéis que esta columna siempre está dedicada a la ficción nacional. Pues aquí es cierto que las series llevan bastante tiempo sin convertirse en grandes hits de las parrillas. Casos como los de La que se avecina, El pueblo o Cuéntame cómo pasó son cada vez menos frecuentes y muchas series languidecen en la parrilla -actualmente Estoy vivo– y otras tantas tienen prometedores arranques y van decayendo con el paso de las semanas –La cocinera de Castamar, por ejemplo. Y sí, es cierto que hace mucho que una serie española no nos sorprende con su dato, pero ahí está Mujer y alguna que otra serie turca para demostrar que sí hay mercado para la ficción. Falta dar con la tecla para volver a reconectar con el público, ya sea con una gran historia o con un horario que no despierte bostezos en el sofá.