Actualidad 29 Oct
Más de un centenar de dibujos inéditos de Franz Kafka (1883-1924) realizados especialmente cuando el escritor era un joven estudiante universitario, sumados a otros ya editados, se publicarán la semana próxima, luego de permanecer 63 años en una caja fuerte.
Se trata de dibujos que fueron salvados de la destrucción por decisión de su amigo y albacea (encargado de hacer cumplir la última voluntad), el escritor checoslovaco Max Brod, quien desoyó la orden del autor de “La metamorfosis” de quemarlos una vez muerto, al igual que sus manuscritos.
A los 41 dibujos editados en 2002 y 2011, se suman otros 122 que un grupo de siete editoriales de diversos países publican por primera vez en un libro que además de los dibujos incluye un estudio sobre ellos y su historia a cargo de Andreas Kilcher, Judith Butler y Pavel Schmidt.
Brod, quien admiraba los dibujos de Kafka y le solicitaba los borradores e incluso los recuperaba una vez que el escritor los descartaba, cuando huyó de los nazis que invadieron Praga en 1939 se llevó los dibujos y otros materiales a Palestina, donde depositó los manuscritos que pertenecían a cuatro sobrinas de Kafka en la biblioteca del editor y coleccionista Salman Schocken -quien publicó las Obras Completas- y depositó en una caja de seguridad de un banco de Tel Aviv los dibujos. Pero cuando estalló en 1956 la crisis del Canal de Suez, Brod trasladó todo a cuatro cajas fuertes de un banco de Zúrich, y luego legó su parte a su secretaria, Ilse Ester Hoffe.
La oposición de Brod de destruir los textos y dibujos permitió además que se conociera la obra “El proceso” (1915) del autor checo. Los dibujos, que ahora ven la luz, pertenecen al período que va de 1901 al 1907, en la etapa que el autor asistió a la Universidad Alemana de Praga, donde tomó clases de dibujo y era asiduo a los cursos de Historia del Arte.
De estilo expresionista, las figuras humanas aparecen frágiles, enigmáticas, inquietantes, y a veces con algún rasgo animal. Algunos dibujos “desafían la coordinación cinestésica de las partes del cuerpo”: parecen desorientados y carecen de coordinación, o de movimiento intencionado, sostiene la filósofa Judith Butler en uno de los textos que incluye el libro, que agrega que a veces las cabezas (o los círculos que las representan) estén separadas de un cuerpo que tiene a menudo extremidades larguísimas.
Matilde Moyano