‘Spider-man: cruzando el multiverso’ se convierte en la mejor película del personaje poniendo la locura visual al servicio de la narrativa

Leí mi primer cómic de Spider-man con 14 años. En él, Peter Parker se había retirado como Trepamuros y una chica joven llamada Martha Franklin trataba de recoger su legado (con poco éxito, por cierto). Desde entonces hasta ahora, saltando hacia atrás y hacia adelante a lo largo de colecciones, películas, series, videojuegos y hasta novelas, Spidey ha formado parte intrínseca de mi vida, a las duras y a las maduras. Si solo pudiera disfrutar de un personaje de ficción descartando al resto, escogería sin pestañear a nuestro amigo y vecino. No podría ser de otra forma.

La vida de Spider-man es una continua tragedia, y sin ella no se entiende tan bien la careta de chistoso que siempre se tiene que poner antes de pegar mamporros. Es el superhéroe imperfecto por antonomasia, pero su brújula moral siempre es correcta. Le cueste lo que le cueste: es imposible no quererle mucho más de lo que le quieren sus guionistas, alegrarse de las pocas veces que la vida le sonríe y recibir tragos agridulces cada vez que es capaz de levantarse y esbozar un chiste en su momento más bajo. Y en todos estos años a través de miles de viñetas, encarnaciones y películas, nunca jamás me he emocionado tanto como viendo ‘Spider-man: cruzando el multiverso’. Por algo será.

No way, home

‘Spider-man: cruzando el multiverso’ lo tenía difícil para reconquistar a un público mínimamente exigente. Su película anterior fue un antes y un después en la historia fílmica del personaje: una animación innovadora y una trama que indagaba en lo que significa realmente enfundarse ese traje hicieron de ella la favorita de los fans casi inmediatamente, pero ver lo mismo otra vez sería dar un paso demasiado fácil. Además, la audiencia ha llegado a un límite de hartazgo express con los multiversos, hasta el punto de dar pereza casi automática con su uso constante en los últimos años. Y sin embargo, esta cinta consigue agacharse ante todos los problemas, bordear tus expectativas y salir a la superficie como un milagro que vuelve a revolucionar el género de arriba a abajo.

Reconozco que no disfruté con ‘No way home’. Por muchos villanos y héroes de diferentes universos que juntaran, la trama, creada exclusivamente para calmar el ansia de los fans tan solo de forma superficial, no sorprendía ni emocionaba. Sí, claro, daba las cuatro imágenes que todos los fans del Hombre Araña habíamos soñado con ver alguna vez, pero más allá de esas escenas traídas a la luz algorítmicamente, ¿qué quedaba en el fondo? La más absoluta de las incomprensiones hacia el personaje, un remedo light con temor al riesgo disfrazado de loca temeridad.

Spider Spider

Esta versión animada es la cara de su cruz. Sí, lo ha dado todo mostrando a cientos de diferentes Spidermen, Spiderwomen y Spideranimales multiplicando por infinito la propuesta multiversal de Marvel Studios… pero esa es la capa más superficial de un guion en el que el artificio barato no toma el papel prominente. ‘Spider-man: cruzando el multiverso’ confía en el público ofreciéndole muchísimo más que una colección de personajes enciclopédica. De hecho, esta consecuencia lógica de la trama termina siendo una colección de running gags y guiños utilizados, como el tintineo de unas llaves, para que el espectador nunca jamás pueda perder la atención en la pantalla y se centre en lo que realmente importa. El verdadero núcleo de la cinta es su corazón, su alma, un amor absoluto por Spider-man que supera al de cualquier otra película del personaje hasta la fecha.

Spider-tok

Conscientes de la problemática de dirigirse a una audiencia cada vez más enganchada a TikTok y la satisfacción inmediata, necesitada de estímulos constantes para paliar una atención menor de treinta segundos y que ha perdido el interés y la tradición de ir al cine, ‘Spider-man: cruzando el multiverso’ lanza un órdago a la pantalla en cada plano. Siempre están pasando cosas, en cada rincón de la pantalla, en todo momento, obligando al espectador a dos cosas: primero, dedicar los cinco sentidos a tratar de desmenuzar toda la información visual que está recibiendo. Segundo, maravillarse ante la colección de diferentes estilos, diseños, animaciones, colores e innovaciones visuales que nunca jamás, hasta el último momento, dejan de sorprender.

Spiderverse Banner Spiderverse Banner

Pero lo mejor es que esta colección de estilos y diseños absolutamente triunfal no llega a cansar nunca porque está siempre al servicio de una narrativa muy potente contando una de las historias más grandes del cine superheroico en términos tanto de construcción de mundo como emocionales. A diferencia de la primera parte, esta nueva película de Spider-man se pone seria cuando tiene que ponerse seria, deja un hueco a lo sentimental (ojo a ese espectacular prólogo en el que no es raro que se caigan unas cuantas lagrimitas) y es capaz de hacer el más difícil todavía negándose a repetir los patrones de su precuela: en lugar de intentar hacer un más de lo mismo (pero mejor) se tira a la piscina del riesgo narrativo y estético. No tenía motivos para hacerlo, pero su rotundo triunfo es digno de aplauso.

Consciente de que las elecciones animadas que tomó en ‘Un nuevo universo’ han sido ya reutilizadas en películas como ‘El gato con botas: el último deseo’ o ‘Los Mitchell contra las máquinas’ y se han convertido en nuevo estándar (que aún sorprende y engaña al ojo), esta secuela vuelve a distanciarse y a probar nuevas técnicas con las que no deja ni un frame de descanso. Nadie ha narrado una historia nunca como ‘Spider-man: cruzando el multiverso’. Y es más, tiene un posible punto negativo para gran parte del público: es posible, aunque no me haya ocurrido, que no podáis conectar con ella y os parezca simple ruido de fondo continuo producido para una generación Z harta de la narrativa tradicional. Sería un error reducirla a eso, porque la película premia tu atención con una historia apasionante repleta de humor, drama, ultraépica y un buen puñado de tramas interconectadas que, lamentablemente, se cortan de forma abrupta.

La parte emocionante de la primera parte

Al igual que ‘Los tres mosqueteros: D’Artagnan’, ‘La comunidad del anillo’ o ‘Vengadores: Infinity War’, ‘Spider-man: cruzando el multiverso’ cae en el vicio de contar una historia más grande que la vida y dejarla, literalmente, a medias. Al margen de si la estrategia funciona para el espectador más de lo que le frustra, una de las pocas pegas que se le pueden poner a la cinta es que se siente incompleta y tu mente, después de ponerse dos horas y cuarto a correr y trabajar a toda velocidad, necesita más estímulos. El frenazo, máxime aún cuando no hay postcréditos, es demasiado abrupto, y sin duda podremos valorar mejor la obra cuando esté completa.

Eso no impide que ya se sienta como una evolución dentro de esta misma saga, que en la primera parte lo apostaba (casi) todo al humor y aquí deja más hueco para la mezcolanza de géneros, aumentar el dramatismo y la brillante creación de un mundo propio desde cero. Eso no significa que no vayáis a reír, porque lo vais a hacer, y mucho: todos los gags están medidos al dedillo, incluso los que duran unas centésimas de segundo, los personajes secundarios tienen una continuidad cómica digna de aplauso y hay un par de momentos que os harán querer aplaudir por la genialidad. Entre medias tenemos a Mancha, el magnífico villano de la función, que tiene el papel exacto en pantalla para entender su evolución y ver su conversión en un ente absolutamente terrorífico empeñado en ser algo más que «el malo de la semana». Es una evolución a mejor, en todos los sentidos, de algo que ya era sobresaliente.

La animación de esta película se estira, se descompone, se alarga, se dobla sobre sí misma, pasa de un tono pastel a un color chirriante, de mostrar la pantalla partida a una persecución que utiliza todo el ancho de la misma y, lejos de quedarse solo en lo estético o de repetir las consignas de cualquier otra película anterior del personaje, se aleja completa y conscientemente de tus propias expectativas. Si ‘Un nuevo universo’ respondía qué significa ser Spider-man, esta cambia el foco por completo y se cuestiona qué significa ser Miles Morales. Y el resultado es un estudio de personaje fabuloso que merece ser considerada, por méritos propios, como una de las mejores películas del año.

Y sí, sé que muchos habéis mirado el titular pensando «No falla: siempre es la mejor película, es simple clicbait». Pero no lo es. Es absolutamente cierto. Pudiendo rozar solo la superficie y quedarse en un papel de regalo precioso, ‘Cruzando el multiverso’ está más interesada en hacer un retrato de Miles Morales, el fracaso, la responsabilidad, sentirse solo incluso cuando has encontrado a los tuyos. Es una absoluta maravilla, una cápsula de cine del presente más inmediato que no todos van a estar dispuestos a tragar pero que, de momento, ha conseguido lo imposible: que volvamos a creer en que el cine de superhéroes puede ser sorprendente, divertido, emotivo y, al mismo tiempo, driblar todo lo que esperábamos de él. No os la podéis perder.

En Espinof | El alucinante detalle de ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ que une técnica y narrativa de forma magistral

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