Homenaje a la gran dama del teatro

Se conoció hace unos días el mensaje que anualmente encarga el ITI (Instituto Internacional del Teatro) a una personalidad del teatro universal y que, en esta ocasión, recayó sobre la nonagenaria actriz egipcia Samiha Ayoub. En un fragmento de su texto, dice: “No exagero cuando digo que lo que hacemos en el escenario es el acto de la vida misma y generarla de la nada, como una brasa encendida que centellea en la oscuridad, iluminando la oscuridad de la noche y calentando su frialdad. Somos nosotros quienes damos a la vida su esplendor. Nosotros somos los que la encarnamos. Somos quienes la hacemos vibrante y significativa. Y somos las razones para entenderla”.

Palabras que también describen la personalidad de Blanca y su humor exquisito. Quien escribe, elige creer que la coincidencia entre la fecha conmemorativa y la de su partida, fue el último gesto teatral, amorosamente humorístico.

Blanca veía todo el teatro que se hacía en Catamarca y el que llegaba en gira antes de la pandemia, desde las obras experimentales hasta las más profesionales, desde el circo callejero a los trabajos híbridos de danza-teatro, desde los primeros escarceos de quienes se inician en la escena hasta los trabajos de quienes pintan canas. No sólo era una espectadora atenta y desprejuiciada, en lo posible siempre en los estrenos, era una colega cuyos comentarios eran atinados y generosos porque era una defensora acérrima de la producción escénica local, sin caer en el folklorismo fosilizado.

Empezó haciendo teatro cuando no existía el Instituto Nacional del Teatro con su política de subsidios a la producción independiente. Es decir, cuando hacer teatro significaba abrir el propio bolsillo y peregrinar con el arte por los barrios de este Valle Central y por las ciudades y pueblos de la provincia profunda.

Blanca fue también una actriz de la democracia. Partió en 1973 a estudiar en el Conservatorio Dramático Nacional -que la Dictadura cerró tres años después- y regresó definitivamente en 1984, salvo esporádicas visitas familiares y actividades teatrales. En esa larga noche que sufrió la sociedad argentina, Blanca recaló en Perú, donde se integróen el mítico grupo de teatro popular Cuatro Tablas, fundado en Lima en 1971 y con el que recorrió toda la geografía de ese país. Terminó dando clases en el Conservatorio Nacional de Música de la capital peruana y en la prestigiosísima Universidad de San Marcos, fundada a mediados del siglo 16.

“Mi único trabajo ha sido siempre el teatro y pongo siempre por delante el respeto del público, especialmente el popular que siempre está ávido de este lenguaje”, decía en esta misma revista en noviembre de 2019, a raíz de haber sido distinguida por el INT como Personalidad destacada del Teatro por la Región NOA. Vayan como ejemplos su obra infantil “Blanca Leche y los cinco petisitos” que superó las mil representaciones y la versión de “Rosas de sal” de Jorge Paolantonio que periódicamente ponía en escena y con la que llenó las 210 butacas del Complejo Cultural Urbano Girardi a lo largo de no menos de una década. Si esas cifras hoy parecen inalcanzables y que sólo se explican por su condición de artista popular que ponía en el centro de su mundo a los espectadores.

Blanca fue también maestra de muchas y muchos intérpretes en su trabajo docente en la Escuela Juan Oscar Ponferrada, en el ISAC y en la Escuela Vocacional de Educación Artística (EVEA), cuyo actual director, Carlos Medina,la define como una “militante de la vida, para mí fue y será una referente y batalladora incansable, luchadora y defensora del arte, la cultura y la educación”.

Una jovencita Judith de los Ángeles Moreno, más conocida como “Yuyú”,actuó con Blanca en “Cosas de mamá y papá” del dramaturgo español Alfonso Paso dirigida por el profesor José Horacio Monayar. Una puesta veraniega, en El Rodeo en el verano de 1979, donde compartió cartel, entre otros, con Roberto Albarenga. Esta docente de la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNCA, cierra este homenaje: “Blanca Gaete, única y múltiple actriz, como tu creación actoral de los personajes de “Rosas de Sal”, creación que vuelve imperecederos tu nombre y tu memoria”.

Texto: Gabriela Borgna – Especial para Express

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